Juan Manuel Alonso Rodríguez. @Juanma340
Esta semana los aficionados españoles nos hemos encontrado con una magnífica noticia, Marc Gasol ha sido nombrado jugador defensivo del año. Sin duda un reconocimiento a la labor que el pívot nacido en Barcelona ha desempeñado desde su llegada a la NBA en 2008.
El jugador español estaba ya en las primeras porras de medios de comunicación y no daba crédito a los rumores que lo situaban como el elegido para levantar el premio. Llegó incluso a decir que él no era un jugador experto en la defensa aunque sí comprometido y que por tanto le sorprendía que se le relacionara con el galardón. Sin embargo sus vitrinas ya cuentan con uno de los reconocimientos más especiales de final de temporada
De sobra es sabido que Marc no es el mejor pívot en el uno contra uno, ni el máximo taponador de la liga (duodécimo mejor registro promediando 1,74 taopones por partido) pero sí posiblemente es el jugador que mejor optimiza los recursos defensivos en el campo. Siempre está en el sitio correcto, fomentando la defensa en equipo y su tarea en las ayudas defensivas es brutal. Podríamos decir que es el «defensor más inteligente» de esta liga y eso lo corroboran sus compañeros y expertos que aseguran que llega a «anticiparse a las jugadas del rival» como dijo textualmente su entrenador en Memphis Grizzlies Lionel Hollins. Aunque no es sólo en defensa donde este jugador destaca por esa faceta intelectual del juego.
Está claro que esta vez el premio no ha sido un premio a la labor defensiva individual, sino colectiva; y Marc es el motor de la mejor defensa de la NBA y eso le da pleno derecho al título de mejor defensor. De hecho su equipo ha recibido menos de 90 puntos por noche y ha cerrado la temporada haciendo unos partidos espectaculares en defensa. Empezando por unos defensores de perímetro tan buenos como Mike Conley o Tony Allen, Memphis vive de su defensa, en la que se basa para compensar la falta de anotadores puros que dejó la marcha de Gay o Mayo. Por eso este quipo necesita a Marc, porque es el hombre capaz de dirigir a un equipo que tiene que ser «muy equipo» para ganar y él es el pegamento que los une tanto en defensa como en ataque.