Juan Manuel Alonso Rodríguez
La mejor liga del mundo siempre ha reconocido los grandes talentos de este deporte pero el reconocimiento máximo no te lo dan los puntos, las asistencias o los rebotes de tu carrera. Completar unas estadísticas impecables no significa pasar a la historia de este deporte. Hace falta algo más. Necesitas ganar anillos. (Ampliar)
Sin ir más lejos, el ejemplo más claro de estrella sin anillo lo hemos vivido estos últimos años con la aparición de un Lebron James colosal en estadísticas, pero que nunca conseguía materializar en forma de campeonato. «Ringless» ,como le llamaban algunos, ha podido al fin superar la barrera de las finales y ganar por primera vez el trofeo Bill Russell como MVP de las finales que ganó el año pasado.
Por contrapartida, Jordan, es considerado el mejor jugador del baloncesto moderno por sus anillos, y por lo que significó en ellos. La gente habla de los anillos de Jordan, Pippen y compañía; pero no tanto de los rivales que tuvo que superar para conseguirlos.
Si Jordan es el mejor, lo es por ganar a los mejores. Si Jordan no hubiese emergido así, estaríamos hablando de los anillos de Barkley, de Stockton y Malone; de Pat Ewing o incluso de posibles rachas históricas como las que podían haber encadenado Olajuwon o Isiah Thomas.
Sin duda los más sonados son Charles «el gordo» Barkley y la pareja legendaria «Stockton y Malone».
El primero, era un portento físico, era fuerte, reboteador, anotador, robaba balones… Un jugador completísimo. Charles entró en la liga en 1984 siendo elegido el número 5 del Draft y formó parte de un equipo ganador con J. Erwing, Moses Malone y Maurice Cheeks, que perdería en la final de conferencia contra Boston celtics. En estas ocho temporadas fue capaz de asentarse como un gran anotador pero sobretodo reboteador. Promediando desde el primer año en la liga más de 23 puntos y 11 rebotes. Sin embargo, todo lo conseguido en la temporada regular se esfumaba en los playoffs y lo más lejos que llegaron fueron las semifinales de conferencia en el 86 y en el 90 cayendo ante los Bucks y los Bulls respectivamente.
En 1992 es transpasado a Phoenix donde consigue sus mayores logros como el MVP de la NBA en la 92-93, llegando a las finales contra Jordan y sus Bulls y perdiendo en seis partidos.
Tras esta temporada, la carrera de Barkley se vio frustrada por las lesiones y los problemas físicos. Que le impedirían conseguir la gesta de las finales una vez más.
Su último intento de conseguirlo se esfumaría tras su primera temporada en Rockets (96-97) donde otras estrellas sin anillo (Stockton y Malone) le arrebatarían la final de conferencia bajo la bandera de los Utah Jazz.
La carrera de Barkley acabaría el 19 de abril del 2000 en un partido donde solo jugó seis minutos después de más de media temporada lesionado. Finalizando así una gran carrera de 16 años de fuerza, temperamento y rebotes, muchos rebotes.